Hay ocasiones en las cuales la internación de personas en geriátricos, hospitales o clínicas psiquiátricas, resulta inevitable. Sin embargo, en muchas otras se puede evitar esa situación gracias a los servicios de un grupo de profesionales cuya tarea es poco conocida, pese a su vital importancia: los acampañantes terapéuticos.
A nadie le gusta estar internado en un hospital, en una clínica psiquiátrica o en un geriátrico. Los períodos de internación prolongada muchas veces generan un efecto psicológico adverso, que puede provocar inclusive el agravamiento de los síntomas de los pacientes.
A eso se suma otro tema fundamental: los altos costos que implican las internaciones. Todo eso generó, a nivel internacional, una tendencia que se conoce con el nombre de «externación», o «desinstitucionalización», que busca reducir al mínimo las internaciones, en busca de una mayor calidad de vida para el paciente, y de una más eficiente disponibilidad de los recursos hospitalarios y asistenciales.
La tendencia a la externación comenzó a cobrar fuerza en el mundo en los años 80, y desde entonces fue adoptada con mayor énfasis por los distintos ámbitos vinculados con la salud.
En ese sentido, cobra una gran importancia el acompañante terapéutico.
Funciones
Como su nombre lo sugiere, el rol del acompañante terapéutico es acompañar en la vida cotidiana a personas que por su condición necesitan asistencia permanente, tales como pacientes geriátricos, psiquiátricos, con enfermedades crónicas o terminales, y cierto tipo de discapacitados.
«El acompañante no es un terapeuta», explica el doctor Rodolfo Oscar Gómez, coordinador de la Asociación Argentina de Investigaciones Psicobiológicas, una entidad civil sin fines de lucro donde se puede cursar esta carrera en forma totalmente gratuita. «El acompañante debe escuchar al paciente y tener un excelente diálogo con él, pero nunca interpretarlo ni hacerle observaciones psicológicas», agrega.
Los egresados de esta carrera están debidamente capacitados para seguir las indicaciones de los responsables médicos y legales de los pacientes, con los cuales mantienen reuniones periódicas y los mantienen permanentemente informados. Además, están formados tanto en la teoría como en la práctica hospitalaria, para actuar frente a una crisis o necesidad del acompañado. Tienen que poder reaccionar con rapidez ante situaciones tales como ataques de epilepsia, paros cardíacos y brotes psicóticos.
Vocacion social
Es fundamental, para quienes siguen esta carrera, tener vocación por escuchar y ayudar a los demás. En muchos casos, acompañantes cumplen funciones que podrían ejecutar perfectamente otros familiares del paciente, pero que no están en condiciones de hacerlo, ya sea porque trabajan o porque sencillamente, el paciente no tiene familia. En ese sentido, los acompañantes cumplen un rol de «familiar auxiliar».
Eso ocurre, por ejemplo, en el caso de muchos ancianos que viven en su propia casa pero no tienen familia, y requieren de un acompañante para que los asista en tareas cotidianas como la higiene personal o la realización de las compras cotidianas.
Por lo general, quienes trabajan en centros asistenciales públicos ejercen su rol de acompañante cuatro horas por día. «La idea es que el paciente esté acompañado durante el día por distintos asistentes», dice Gómez. «Los pacientes se encariñan con ellos. Y para un anciano de edad avanzada, la pérdida de un acompañante, ya sea porque éste dejó su trabajo o por cualquier otro motivo, tiene un impacto psicológico muy grande, que lo puede descompensar».
Requisitos
Para cursar esta carrera hay que tener el título secundario. En su defecto, «quienes tienen 26 años o más y no hayan completado el colegio secundario, tienen la posibilidad de ingresar rindiendo un examen», afirma Gómez.
Durante el examen, se sortea una bolilla sobre alguna de las materias iniciales del plan de estudios de la carrera, y un profesor ofrece una clase sobre ese tema. Luego los alumnos deben responder una serie de preguntas, destinadas a evaluar su capacidad de análisis y comprensión.
Plan de estudios
La carrera dura dos o tres años, según dónde se la estudie. Al año se obtiene el título intermedio de acompañante comunitario. Quienes optan por los tres años, con un año más pueden graduarse como licenciados en psicología. Los programas de estudios tienen entre 17 y 27 materias. Algunas de las asignaturas están vinculadas con la parte médica y biológica. Por ejemplo, neurofisiología, bases biológicas y neurológicas del comportamiento, biomecánica y patologías de la motricidad y biología humana. Otras materias se vinculan con la parte psicológica y psiquiátrica, como ser psicología general, psicopatología, corrientes psicológicas actuales, psicología evolutiva, psicología de la personalidad y neuropsicología. Si bien, como se dijo, el acompañante no es un terapeuta, igualmente se lo instruye mínimamente en las principales técnicas de abordaje de los pacientes. Aprenden a hacer dramatizaciones (role playings), y tienen materias como técnicas de abordaje e intervención en crisis, y evaluación y técnicas psicológicas. El último año se realizan pasantías.
Salida laboral
Las posibilidades de trabajo son variadas. Se puede prestar el servicio a pacientes individuales, o trabajar en instituciones públicas o privades tales como hospitales, clínicas de ancianos, hogares geriátricos e institutos de rehabilitación de discapacitados. El PAMI, a través del Programa Vivienda Asistida, ofrecen a aquellos afiliados que demuestren una situación de verdadera necesidad, el envío de una persona a su domicilio una o dos veces por semana en carácter de cuidador domiciliario. Actualmente se están realizando tratativas para que dicha institución y algunas obras sociales incluyan acompañantes terapéuticos permanentes.
Quienes optan por desenvolverse en el área de la salud pública cobran alrededor de $ 250 por cada turno de cuatro horas. Aquellos que elijan el camino independiente y prefieren trabajar para pacientes particulares, pueden ganar en promedio $ 800 (por ocho horas diarias), aunque quienes logren ganarse la confianza de familias de mayor poder adquisitivo pueden aspirar a percibir $ 1.500 mensuales o en algunos casos, cifras superiores.
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